CONSULTA TAROT

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domingo, 14 de febrero de 2016

Soñar con serpientes

La serpiente es uno de los animales que más admiración y rechazo, a la vez, suscita.
Desde la antigüedad la serpiente se ha relacionado con la capacidad de transmutar los instintos más básicos (sexualidad, materialismo, etc.) en los más sutiles o espirituales.


Muchos autores relacionan, en general, soñar con serpientes con nuestra lucha por dejar atrás una forma de actuar dañina, para nosotros o para los demás.
Aquellas personas que sólo viven para maltratar a los demás (o a sí mismo), que sólo tiene malos hábitos de vida y que sólo piensan en ellos mismos.


El hecho de que mude de piel se podría interpretar como un nuevo nacimiento, una nueva oportunidad para poder transformar lo negativo en una nueva forma, más saludable (a nivel espiritual)  de entender la vida.

Como en todos los tipos de sueños el contexto del sueño será importantísimo para poder interpretarlo.

Soñar con matar una serpiente: vas a poder superar ese problema.
Las serpientes nos atacan: estamos en un momento de nuestra vida en la que la lucha entre lo que está bien y mal nos está pasando factura. Es momento de tomar una decisión y abandonar la mala vida o las pautas negativas de comportamiento.
Soñar con nidos de serpientes: los problemas están relacionados con nuestra familia o núcleo de amigos. El “peligro” está ahí y conviene solucionarlo antes de perderlos.
Soñar con serpientes y sensualidad: la serpiente también se ha relacionado, en muchas culturas, con el pecado y la sensualidad. Si en el sueño vemos como se nos enroscan, sin producirnos daño, nos pueden hablar que estamos en un momento de la vida donde la sexualidad es una de las prioridades o que pronto pueda serlo.
Si habláramos de un sueño premonitorio diríamos que ¡cuidado! quizá la situación se preste a una infidelidad y más tarde tengamos que lamentarlo.

Si la serpiente aparece de repente y nos da un gran susto puede querer decir que estemos alerta ante cualquier imprevisto. Puede que intenten engañarnos, robarnos o inducirnos a cometer algo ilícito.

Como norma podríamos decir que siempre serán un motivo de reflexión sobre nuestro equilibrio (o falta de) entre nuestros instintos o impulsos y nuestra ética o espiritualidad.


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